Para quién no lo haya visto nunca este puede resultar un fenómeno increíble, ocurre en algunas partes del mundo en mares o en los ríos. Aguas que se encuentran pero que aparentemente no se mezclan.
Uno de estos lugares lo tenemos aquí mismo en Venezuela, justo donde se encuentran el Rio Orinoco y el Caroní. La composición propia de cada río es la que hace posible la diferenciación entre el color de las aguas cuando se juntan y el magnífico espectáculo.
El Orinoco nace en el Cerro Delgado Chalbaud del estado Amazonas y a lo largo de su recorrido va acumulando sedimentos provenientes de otros ríos que se encuentran en su cauce y ese es el origen de su coloración amarillenta.
Por su parte el Caroní es de color oscuro porque contiene altas concentraciones de ácidos orgánicos producto de la descomposición de la hojarasca que viene de todo lo que es el Escudo Guayanés y la Amazonia. Al final el Orinoco termina imponiendo su color porque tiene un cauce mucho más grande que el del Caroní.
En Brasil, específicamente en Manaos la capital del estado Amazonas. Allí se produce uno de los fenómenos naturales más bellos de Brasil, la confluencia del Río Negro y el Salimoes este último de un color marrón claro ya que son aguas arcillosas.
Lo impresionante de esto es que el agua de estos dos ríos corren juntas 6 kilómetros sin mezclarse, debido a las diferencias de temperatura y densidad del agua de los dos ríos, convirtiéndose en una de las principales actividades turísticas de Manaos.
En el Golfo de Alaska en el Océano Pacífico también ocurre algo similar, dos cuerpos de agua se tocan en el centro del Golfo y una espuma aparece en su punto de encuentro, estos dos mares no se mezclan porque uno proviene del deshielo de los glaciares, de agua dulce y por tanto menos salada y menos densa, y otro del océano pacífico, mucho más denso debido a la sal.