Tortuga marina
¿Te imaginas agarrar la basura del Mar y convertirla en arte? El artista Claudio Garzón preparaba un currículum para un curso de arte de verano en Los Ángeles cuando se le ocurrió la idea. De hecho, recordó haber leído la historia de un soldado en Afganistán que había hecho muñecos con tapas de botellas y decidió crear sus propias obras.
En lugar de tapas de botellas, Garzón utilizó desperdicios plásticos recogidos durante sus paseos por la costa del río Los Ángeles. Y a partir de su serie inicial de esculturas, los “PlasTiko-bots”, comenzó a enseñarles a sus alumnos de arte cómo crear sus propias obras, con la intención de que aprendieran a proteger el océano.
“Cuando las señales están ahí afuera, es imposible hacer que no las vemos”, declaró. Estas son algunas imágenes de las obras de arte de Garzón, hechas con plásticos descartados.
Garzón utiliza guantes y una bolsa para recolectar los desperdicios que encuentra durante todos sus paseos. Además, limpia las piezas de plástico que consigue sumergiéndolas durante una semana en una mezcla de lejía y agua caliente.
“No me gusta la lejía, pero es lo único que funciona para limpiarlas”, declaró, aunque ya ha comenzó a experimentar con un pequeño sistema de desinfección UV modificado, que generalmente se usa para esterilizar instrumental quirúrgico de gran tamaño.
Y aunque de vez en cuando compra pinturas metálicas, pegamento y tornillos para construir sus obras de arte, Garzón asegura que jamás adquiere piezas de plástico. “Tengo que buscarlas”, manifestó. Y definitivamente encuentra muchas piezas. Entre ellas, encendedores, tapas de bolígrafos, LEGOS, huevos de Pascua, palas de arena rotas y partes de muñecas.
El nombre de las esculturas de Garzón proviene de la palabra en español “plástico”, aunque el artista la modificó agregándole una K. Con el apoyo de sus colegas de San Francisco, uno de los PlasTiko-bots fue exhibido en la entrada del edificio de la EPA (Agencia de Protección Ambiental de los Estados Unidos) durante seis meses.
Garzón declaró que a partir de ese momento, sus compañeros le pidieron que empezara a fabricar animales marinos que resultaran más atractivos para los espectadores. Y él aceptó esa sugerencia.
Garzón impartió talleres y seminarios en los programas extracurriculares de arte de numerosas escuelas públicas. Y además de ofrecer una introducción a la biología marina, sus lecciones incluyen el reciclado y la forma de transformar la basura en objetos de valor.
“Aunque todavía son jóvenes, tienen la obligación de contribuir con su parte”, declaró. “Pero la única forma de lograrlo es haciendo que las personas reciban educación al respecto”.
Durante el semestre de diez semanas, los estudiantes de la escuela primaria de la calle número 109 de Watts aprendieron todo sobre los componentes químicos del plástico, su persistencia en el medioambiente y el impacto que pueden llegar a tener en la vida marina, en los animales y en la salud humana. Garzón también les habló de los giros marinos, corrientes rotativas gigantescas en todo el planeta que recogen toda clase de desperdicios en una especie de remolino de plástico.
Garzón quiere mostrar la vulnerabilidad de las tortugas en sus esculturas.
“Trato de darles un poco más de emoción en la mirada”, aseguró. “Muchas personas que compraron las esculturas dicen haber visto algo en la mirada de las tortugas que les llamó la atención”.
Garzón co-fundó una organización sin fines de lucro llamada Save Oceans and Seas, ó SOS, para llamar la atención de los habitantes de la zona sobre la cantidad de desperdicios acumulados. Además, colabora con varios grupos de asesoramiento oceánico, incluyendo el Heal the Bay de Santa Mónica y la organización Sea Stewards de San Francisco.
“La atención que recibieron estas piezas es asombrosa”, declaró.
Durante una visita a un parque local en donde acuden familias con niños, Garzón notó que los platos de espuma que la gente desechaba quedaban esparcidos alrededor de las gaviotas.
Los adultos del parque se quedaron mirándolo y una mujer incluso le preguntó por qué recogía los platos. “Usted no querrá que su pequeño nieto venga y se ponga a jugar con todos estos platos”, dijo. “No puedo ignorarlos”.
Las recientes lluvias en Los Ángeles desencadenaron la alerta de un crecimiento de los niveles de bacterias en el río. Garzón no recuerda haber escuchado algo similar cuando era niño. Hoy en día, los químicos que se arrojan al agua y los plásticos acumulados comienzan a contaminarla.
En la tierra del sushi y de los tacos de pescado, el impacto de esta situación puede repercutir en la alimentación. “Es más que probable que los peces hayan estado en contacto con ello”, aseguró. “Piénsenlo bien: ¿Cuántas piezas de plástico hay en el océano?”
En una ocasión Garzón encontró lo que parecía un recipiente vacío de aceite de cocina y descubrió algo asombroso.
“En el interior del recipiente vivían mejillones. Y en su parte de afuera percebes”.
Durante la elaboración de su trabajo, Garzón toma fotos que muestran la mezcla de los componentes plásticos que conforman cada pieza. Y aunque la gran mayoría de las personas que ven las obras terminadas reaccionan de manera favorable, el artista reconoce que algunos lo acusan de glorificar el plástico.
“Me dicen: No puedes demostrar que es plástico. Y yo respondo: tienes que mirar con más atención. Y una vez que empiezo a explicar la obra, las piezas cobran más sentido para ellos. Incluso hay personas que dicen: ¡Santo cielo! Veo un encendedor de butano ahí. ¿Y es eso la tapa de una botella?”
Varios trabajos sobre tiburones han ayudado a Garzón a discutir los riesgos que enfrentan estos animales en el ecosistema marino. Sin ir más lejos, las esculturas del artista abrieron la puerta al debate sobre las limitaciones en la producción de sopa de aleta de tiburón.
“Estas esculturas crean conciencia sobre las atrocidades que sufren estos majestuosos depredadores”, afirmó.
Cada escultura cuesta entre 480 y 680 dólares en el caso de los robots y entre 850 y 1.600 dólares en el caso de las criaturas marinas de la Serie Oceánica, declaro Garzón. Sin embargo, son muchas las ocasiones en las que ha dejado de lado sus ganancias materiales en pos de una causa noble.
“He donado varias esculturas a diferentes organizaciones sin fines de lucro que considero que realizan un buen trabajo”, aseguró.
“Cada pieza es única. Cada pieza cuenta una historia”, declaró Garzón sobre sus obras de arte. “No produzco obras en serie”.
A día de hoy, una embarcación de la Segunda Guerra Mundial sigue impidiendo que las olas entren y salgan de Long Beach, observó Garzón. Eso significa que la basura (especialmente los desperdicios plásticos) se acumula en el agua a lo largo de toda la playa.
Garzón siempre está listo para compartir su entusiasmo y sus experiencias con los jóvenes con la intención de alentarlos a que ellos también marquen la diferencia.
“Cuando entran por esa puerta no tienen la menor idea de lo que sucede en el Pacífico o en cualquiera de los océanos del mundo”, les dice a sus estudiantes. “Como individuos, ¿qué es lo que quieren hacer? ¿Cómo lograrán realizar un pequeño cambio?”
El arte puede convertirse en una forma de curación medioambiental, mantiene Garzón. Sus llamativas esculturas son una forma de iniciar conversaciones sobre la contaminación generada por el plástico, la conservación de los océanos y el impacto que tiene la basura sobre la vida marina.
“No podemos resolver los problemas si no contamos con una cantidad suficiente de biólogos marinos”, declaró. “Debemos educar a las generaciones futuras diciéndoles que salvar al medioambiente es algo bueno. Salvar el océano es bueno y salvar a los animales es bueno”.
La inspiración de Garzón llegó durante un momento personal muy difícil. Mientras reflexionaba sobre la vida, empezó a pensar en el futuro de su hija y de su sobrina pequeña. El artista se comprometió entonces a hacer algo positivo y fue en ese preciso momento cuando empezó a enseñar y a trabajar con plástico.
“Me especialicé en diseño y gráficas, pero siempre trabajé de manera creativa”, manifestó. Sus padres y maestros incentivaron ese desafío y nunca dejaron que se diera por vencido. “Yo quiero hacer lo mismo por los demás”, agregó.